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Mirar al Sol

MIRAR AL SOL

Me parece muy sugerente esta imagen con la que Irving Yalom se refiere a pensar en la muerte. Se puede hacer, pero si estamos todo el día mirando, nos acaba dañando. No podemos mirar al sol mucho tiempo seguido. Me gusta mucho esta idea, que sitúa a la muerte cerca, pero sin convertirlo en una obsesión.
Si algo debemos tener claro ya a estas alturas de la vida es que la muerte es: irreversible, inevitable y cierta. Y no mirarla no hace que nuestra vida sea eterna. De una forma muy íntima, vida y muerte están en conexión. Y podemos estar seguros de que morimos de acuerdo con lo que vivimos, que nuestra muerte será el colofón de toda una vida.

No se trata de estar ni tristes ni amargados, sino de aprender a disfrutar la vida. Tremenda paradoja, pero es cierto que pensar en la muerte nos hace tener presente la vida. Si la muerte no existiera, todo estaría permitido y nada sería lo suficientemente importante. Pero saber que existe un límite, nos coloca en la tesitura de tener que asumir nuestra responsabilidad. Y cuando somos responsables, damos respuesta a lo que la vida nos plantea. Y responder supone ponerse en marcha, actuar. Hemos de dar pasos, los que podamos, para encontrar pistas de sentido en nuestra vida.

Cada muerte vivida me hace plantearme mi propia vida. Creo que es algo muy propio del ser humano. Al menos este ser humano que soy se pregunta por el sentido de la vida y de la muerte, quizá no en cada momento, pero sí cuando ocurre alguna cercana. Canta Víctor Manuel que “la muerte siempre presente nos acompaña en nuestras cosas más cotidianas y al fin nos hace a todos igual”. Creo que este es mi sentimiento cuando pienso en la muerte como compañera de la vida. No me paso el día pensando en ella... pero tengo presente que es el fin hacia el que voy irremediablemente abocado.
Se puede hablar de la muerte, se la puede mirar de frente. Como al sol, con cuidado. Y sabiendo que, aunque no la mire, igual que con el astro rey, su presencia es inevitable y siento sus efectos. El sol y la muerte existen aunque no quiera verlos.

La muerte es algo que a todos nos sucede. Las filosofías y psicologías no han encontrado una explicación o una forma de entender a qué se debe este corto paso por la vida, qué hay antes y qué después. Las religiones, lo intentan. Desde mi punto de vista, para acercarnos a la respuesta debemos ser conscientes de que sólo vas a vivir una vez, ¿cómo quieres que sea tu vida? ¿Qué quieres que sea? Has de ser responsable de tu vida, porque lo que decidas hacer quedará hecho y lo que no hagas nadie lo podrá hacer por ti. Depende de ti y nada más de ti lo que quieres salvar del no ser para hacerlo presente, vivirlo, realizarlo. Si no olvidas que la muerte está siempre en todo momento a nuestro lado, harás un esfuerzo por ser responsable de tus actos. Porque la muerte no es algo puntual, sino que vamos leyendo algunos signos que nos hablan de ella, por ejemplo, al ver que las cosas son caducas, limitadas, temporales,... como nosotros.

MIRANDO A LA MUERTE

Tener presente la muerte en nuestra realidad nos ayuda a vivir de un modo diferente:
- Los problemas que tanto me preocupan, toman una nueva dimensión, porque la muerte los relativiza y pone en su lugar lo superfluo. Las prioridades se reorganizan. Nos permite recalcular el recorrido y redirigirlo.
- Me cuestiono la vida que llevo, la que vivo. ¿Es realmente la vida que deseo? No va a durar siempre… ¿Tiene sentido este modo de vivir? En realidad, cambia mi forma de ver la vida.
- Se despierta en mí un sentimiento de responsabilidad: la muerte quita máscaras y nos enfrenta a nosotros mismos. Tenemos la oportunidad de crear nuestra propia vida, historia, obra. ¿Quiero dejar asuntos pendientes? ¿O prefiero hacer las cosas ahora que tengo tiempo?
- Puedo elaborar mi propia muerte, pensar en ella, asumirla, aceptarla, no esperar al último momento -en el que casi siempre es demasiado tarde- para preguntarme para qué estoy en el mundo
- Mirar al sol de la muerte inevitable me permite elegir qué legado quiero dejar, cuál va a ser mi paso por la vida. Voy a generar recuerdos que perduren, vivencias significativas.
- Es una buena ocasión para dar lo mejor de mí mismo, ahora que pienso en mi finitud, para no vivir sólo para mí sino teniendo presentes a los demás.
Miguel Delibes habla de “la hoja roja”, esa hoja de color que anuncia que se está acabando el papel de fumar; ahora hablaríamos de la banda roja visible en la zona final de los rollos de datáfono… al final la imagen es indiferente mientras nos recuerde y enfrente con nuestra finitud, con la sensación y realidad de que no somos eternos y que nosotros también, tenemos fecha tope inscrita.
Por suerte, saber que somos finitos es un estímulo para vivir el momento presente con toda la fuerza y responsabilidad. Ya que estoy vivo… a vivir.
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Viernes, 02 Mayo 2025

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