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“DIRÍJASE AL SUROESTE”

 Me sigue haciendo relativa gracia -es un decir- cuando al iniciar un viaje para intentar llegar a alguna dirección, el navegador me dice esta expresión, ignorando que si yo supiera dónde está el noroeste, le despediría. Y como no tengo mi brújula de explorador a mano, me toca ponerme en marcha y dejar que haga su trabajo y, use otra de sus expresiones favoritas, “recalculando el recorrido”. 
Y me recuerda las veces que propongo a alguien algo, lo que sea, y no he contado con lo que esa persona sabe o puede hacer. Y doy por supuesto que todo el mundo sabe dónde está el suroeste. Y, estirando un poco más la idea, pasa cuando no cuento con las posibilidades de la persona. El típico “no te tienes que dejar vencer por la tristeza” en pleno duelo; “lo que tienes que hacer es salir…”; “tú tienes que….”, “has pensado hablar con…”  son ejemplos de cómo, en muchas ocasiones, estamos hablando más desde nuestra necesidad que desde la del otro. 
 
          Frente a este no ver al otro y ni tenerle en cuenta, propongo desarrollar la EMPATÍA.  Empatizar es captar el mundo de referencia de la otra persona, reconocer el pensamiento y los afectos del otro. Me pongo en tu punto de vista y te lo sé expresar. Sin juzgar, de modo que así puedo descubrir todo lo positivo, cualidades y fortalezas. 
 
          Empatizar me lleva, en este caso, a entender tus emociones como tú las entiendes, sin necesidad de contagiarme de ellas. Puedo ponerme emocionalmente en tu lugar. Porque quiero entender cómo te sientes. La empatía nace desde el deseo de comprenderte y de saber cómo vives todo esto. Empatizar no significa que yo siento tus emociones, eso no te va a ayudar. Si está triste, no directamente me pongo triste, y lo mismo con alegría o cualquier sentimiento. Se trata de comprender y entender cómo te sientes, no de sentir lo mismo. Eso sería un contagio emocional peligroso. 
 
          No sé si un navegador GPS puede ser empático, pero nosotros sí tenemos esa posibilidad. Por eso, vamos a mirar al otro, sus necesidades, sus posibilidades, sus recursos, su situación, antes de decir nada.
 
          En nuestro día a día, esto se traduce en:
 
- No presuponer que todo el mundo sabe dónde está el suroeste. Es decir, no creer que todos saben de lo que hablamos o tienen nuestros mismos puntos de referencia. Ya le puedo decir a alguien que la salud es lo más importante, que si no es un valor para esa persona no sirve de nada. Habla desde el mundo del otro, para eso sirve la empatía. 
 
- Ofrecer ayuda personalizada desde la realidad del otro. No sirven respuestas ni orientaciones estándar. Cada cual parte de su mundo y a él me tengo que acercar.
 
- Pensar siempre en lo que necesita la persona, no lo que a mí me vendría bien o me tranquilizaría. 
 
- Dejar de usar expresiones estereotipadas. Mejor conocer y personalizar. 
 
          Mientras el sistema de los navegadores se actualiza y pregunta primero si conozco los puntos cardinales y no tenga que esperar al amanecer para ver por dónde sale el sol y situarme… intentaré no dar por supuesto que todos hablamos el mismo lenguaje y tenemos los mismos conocimientos de partida. Y acercarme así a los otros.
UBUNTU
SER COMPASIVO CON UNO MISMO
 

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Viernes, 02 Mayo 2025

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