Este es un recuento de mi práctica de la vulnerabilidad desde mi primer articulo, no ha sido fácil y he tenido momentos donde la tristeza era profunda y las lágrimas interminables, momentos donde miles de preguntas revoloteaban en mi mente al mismo tiempo y la confusión parecía apoderarse de mi. Y cada vez que me sentía así, algo dentro de mi, una fuerza interior me decía que no quería retroceder en este viaje.
Es así como empecé a practicar este ejercicio de mirarme al espejo.
Sé que suena descabellado, pero me ha ayudado muchísimo a visualizar mi emoción y abrazarla. Ver el dolor y reconocerlo, darle validez, darle permiso de salir, de mostrarse, es una forma también de sanar.
Tener compasión de nuestra herida, o nuestro momento, no es una debilidad; es un punto de partida, una forma de recordarnos que no tenemos que ser perfectas, que podemos quebrarnos, que podemos pedir ayuda y al mismo tiempo nos permite reencontrarnos con nuestro ser interior, con nuestras virtudes y fortalezas.
No lo había pensado así antes, y se lo debo a mis ángeles aquí en la Tierra como yo las llamo; mis amigas maravillosas!
Son ellas las que me recuerdan como mirarme a mi misma con amor y a contar conscientemente las bendiciones de mi vida. Me inspiran a sentirme agradecida de las personas que en momentos críticos, salen a mi encuentro dándome la mano e iluminando mi camino.
Una circunstancia, una traición, un dolor profundo no nos define. No le demos el poder de nuestra propia vida a nadie, aferrémonos a nuestra propia luz del alma, dando la bienvenida a todo aquel que la quiera recibir y soltando lo que pensábamos que era parte de nosotras pero que en realidad nunca lo fue.
Reconocer que tenemos algo que cambiar, aprender a poner límites, escuchar nuestra voz interna, confiar en nuestros instintos y entender que no es afuera donde está la respuesta, sino en lo profundo de nuestro espíritu significa una oportunidad maravillosa. Y para mi una nueva forma de empezar a vivir. Una tarea que me permito llevarla a cabo un día a la vez, recordándome que está bien si tropiezo y que nos estoy sola en todo esto.